Mi madre, señora llena de bondad y sabiduría expresa constantemente al acusar mis comentarios que uno no debe dar uso en su comunicar la frase siempre y nunca. La lección es sencilla cuando entendemos el poder de la verdad absoluta en una realidad que nunca se siente o es total. Hoy mando al escusado esa enseñanza con todo el respeto a mi mamá, pero para variar el mal humor me corroe al leer la noticia que nuestro primer gran rival para la preparación tan sonada de nuestra tan amada selección mexicana será contra la poderosa y constante anfitriona de los fracasos futbolísticos sudamericanos: Bolivia (también con mucho respeto a los bolivianos) y no alguna potencia de este deporte. ¡Siempre es lo mismo! Los espejitos culturales de un país que suele ser tratado al darle atole con el dedo (no entiendo muy bien la frase pero creo que encaja bien). Creen que siempre seremos un número y signo más de consumo que compraremos siempre lo mismo sin mayor dificultad. La válvula de escape de este país (muy mal por cierto) es nuestro representativo de futbol. Ahí se ganan las batallas que se pierden constantemente en las canchas políticas, sociales, económicas y laborales. La atención cada 4 años es muy noble con un producto malo, mediocre. Que se queda siempre entre los supuestos mejores 16 del mundo y que después del bombardeo mediático escuchamos las retóricas disculpas del directivo, técnico y futbolista en turno. No queremos cambiar, nuestros intereses son los cotidianos, el dinero, el dinero y el maldito-bendito dinero. Ya sé que parezco disco rayado, que no manejo una línea frontal periodística y que hablo por arribita de las cosas. Pero hoy vuelvo a perder mi batalla interna para saber que vamos por buen camino, que soy parte de una empresa llamada Tri exitosa y que las metas son el triunfo de identidad con trabajo y buena preparación, pero no es así. Las prioridades son que las dos televisaras dueñas del producto puedan comercializar aun más los juegos, que la cervecera y refresquera hagan su negocio publicitario y que todo sea, para que nuestra bonachona afición compre esa gallinita de los huevos de oro sin importar que el discurso de hace unos meses fuera hacer la mejor preparación posible para un Mundial. Al final de cuentas no pasará nada. Nos soplaremos esos juegos con equipos chicos y eliminados en su mayoría para la justa sudafricana, cantaremos el gol de Guardado contra Francia como la gran promesa alcanzada y lloraremos en la esquina de cada 4 años cuando veamos los cuartos de final, sí, el famoso quinto partido en nuestra imaginación y apoyando a Brasil (bueno ahora esta de moda España). El trabajo bien planificado y con prioridades deportivas es lo que nunca hacemos, las esperanzas son y serán las de siempre. ¡Bienvenidos, bienvenidos! Al mundo donde al parecer siempre es lo mismo.
Navidad en Nueva York
Hace 11 años
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