miércoles, 23 de julio de 2014

Reflexiones por Carlos F. Ramírez

RECORDANDOEL FUTBOL MEXICANO Y LOS BUENOS DESEOS

En este espacio, nunca hemos buscado querellas o discusiones inútiles.  Pero si es importante señalar las  “lacras” que han ido creciendo dentro de  nuestro deporte favorito, en este caso el “fútbol asociación”.  Aclaro además que no estoy en contra del profesionalismo, si acaso lo estoy en contra de quienes no saben, no aprendieeron o no quieren aprender lo que significa ser profesionales.

El fútbol es un deporte de multitudes.  La simplicidad de sus reglas lo pone al alcance de todo tipo de entusiastas seguidores.  La existencia de “clubes”, “equipos”o “instituciones” que durante muchas décadas han mantenido  equipos de fútbol en ligas de todos los géneros, es loable.  Incluye como ejemplo, la aparición de equipos como River Plate, Boca Juniors etc. en Argentina;  Sao Paulo, Botafogo, etc. en Brasil; el Nacional  en Uruguay;  Colo Colo en Chile, Alianza de Perú; y en México, el Club España, Reforma AC, América, Atlante, Necaxa, etc. (!Perdón! sin darme cuenta, Atlante y Necaxa acaban de sufrir  muerte lenta pero segura, que vienen a ratificar el objetivo de este comentario).

Como aficionados al juego de fútbol – sean “amateurs”, aficionados, jóvenes  o niños -- , mantenemos un romántico recuerdo de cuando niños y jovenes, jugábamos al fútbol por el gusto de hacer deporte.  No me juzguen equivocado o anticuado, al recordar un poco románticamente lo que esos equipos de larga existencia representaban en el pasado, especialmentee porque en todos los rincones del mundo se comienza jugando de esta manera. 

Primero jugaba uno para  “instituciones”, colegios, otros en clubes deportivos, donde los mismos socios eran los  jugadores del equipo; hoy en día, los pocos clubes de la era romántica que quedan, se manejan como sociedades anónimas; y el equipo del club (si es que dicho club existe) usa el deporte con el objetivo primordial de ganar dinero  más que mantener vivo el espíritu de competencia, de cariño a los colores que existía en la mayoría de los equipos amateurs de América,  hasta hace unas cuantas décadas.

!Ojo! No estoy en contra del profesionalismo.  Es justo que quien se decide (y tiene las cualidades) a vivir un tiempo de su deporte favorito, reciba la oportunidad de hacer carrera.  No es noticia saber que en las ligas llamadas “amateurs” o “estudiantiles”  en nuestro Continente, desde los años veite del Siglo pasado, pagaban “bonificaciones” o “gastos” a quienes vestían la camiseta de su club; y si se podían eran incluidos en ligas supuestamente amateurs (que cobraban al público por ver los partidos);  y participaban ardientemente en la defensa de sus colores en campeonatos y en “series internacionales.”  Fué la epoca de instituciones y clubes con “Mecenas” amantes del fútbol, que consideraban justo pagar  el “trabajo” dominical de los jugadores en la cancha;  y se agregaba  al salario semanal que se les pagaba, por ponerse los “overoles” y cumplir tareas productivas en una empresa.




Este sistema fue libremente utilizado por “clubes”, “instituciones”o “empresas” de todo el Continente Americano para promover, cimentar y dar bases al fútbol, que gradualmente alcanzó tal popularidad, que inevitablemente se convirtió en un negocio masivo, un espectáculo “de paga”. O “amateurismo marrón” - el lector elige el adjetivo.  Pero como ha ocurrido con frecuencia,  “la codicia humana” entró en acción, y “rompió el saco”…Este ha sido tristemente, el proceso del fútbol llamado profesional. 

Aclaro que  no estamos en contra de que se pague justamente a quien trabaja con eficacia  en su especialidad, pero…el fútbol es un juego de once jugadores,  y que
demanda de todos sacrificios físicos y materiales para practicarlo.  Y ocurre que  los mercaderes que lo regentean (algunos de ellos que jamás patearon un balón de fútbol) solo lo ven como un negocio que hay que explotarlo.  Se ha ido creando una situación similar a la que se present en Roma antes que acabaran con el deporte en los Juegos Olímpicos. (No olvidemos que el rubicundo Nerón manipuló un laurel del triunfo olímpico dando regalos o amenzando  a sus competidores).

Todavía en el deporte mundialista se siente que todavía hay competencia leal  o no,  para obtener resultados (goles, carreras, puntos, victorias, etc.); pero no olvidemos a los “villanos” (los organizadores del evento) cuyo beneficio material es 100%, con la ironía que en un deporte como el Mundial de Fútbol o Juegos Olímpicos, los organizadores no invierten un centavo en lo que cuesta la ORGANIZACION.

 Sería natural y lógico, que así como quienes practican y juegan bien el deporte reciban  el máximo beneficio posible; y de rebote los que organizan los eventos – construyendo nuevos estadios (que después casi ni se utilizan), que cuidan el pasto de la cancha;  pagan a jugadores y “jueces” con el poco dinero que les entregan los organizadorees “dueños del balón”; ; en suma los que hacen posible un evento deportivo mundial, no son los más beneficiados materialmente, ya que esto le corresponde a quienes como dice el dicho, “tienen la sartén por el mango”.

Así tristemente, nació y se prostituyó lo que se ha dado en llamar “profesionalismo” en el deporte.  Primero, fueron los “románticos del amateurismo” (Juegos Olímpicos); luego los  menos románticos (“fútbol asociación”) quienes  iniciaron el “profesionalismo deportivo”, primero  con sueños de un desarrollo limpio de la  juventud del mundo; pero pronto aparecieron los comerciantes oportunistas, que encontraron quer no hay nada más fácil para ganar dinereo, que explotar el romanticismo del ser humano, y sobre todo de los jóvenes que practican el deporte.


Mi querido maestro Aldous Huxley tenía una frase histórica, que aplica tristemente al deporte actual de “competencia”:  “Cuando la Historia no tiene nada nuevo que contarnos, se repite”.  Por allí revolotea la experiencia de los bien intencionados griegos que inventaron los Juegos Olímpicos, del Barón de Coubertin que quiso revivirlos, y sobre todo del soñador Jules Rimet…