miércoles, 11 de noviembre de 2009

El día después de mañana por Enrique Beas

Torreón. Coahuila. El inicio de todo siempre se recuerda con planos ilustrativos de bellezas inexplicables. Las ideas del modernismo y la evolución natural del hombre se edifica con templos. La imaginación de los sueños se reflejaba en castillos y lugares comunes de rituales. En nuestro México cultural parece que el mañana es el ayer. Somos hijos del pasado y antropologicamente hechos con raíces fuertes a nuestros ancestros y tradiciones. El cambio duele y pesa. Los lugares y costumbres que nos pertenecieron en nuestra mente los queremos siempre ahí. Sino, vean lo que nos cuesta entender la ideología panista, desprendernos de la casa de la abuela que construyó el tatarabuelo o simplemente dejar construir el Viaducto Elevado a lado de las gloriosas Torres de Satélite es hoy imposible porque arruina la vista añeja del recuerdo del primer suburbio latinoamericano. O qué me dicen del amor al Estadio Azteca con miles de modificaciones para conservar el sitio donde Karol Wojtyla, el Papa viajero, nos persignara; donde Michael Jackson tocó y la selección mexicana jugó sus dos mundiales. Torreón, la ciudad de los grandes esfuerzos pone el ejemplo del mañana, respetando el ayer pero añorando el avance, el progreso y las nuevas ideas para construir nuevas historias. Santos de la Comarca Lagunera estrena de manera grandiosa su estadio TSM, le grita al país y al mundo que el equipo guerrero de fútbol va a jugar en el recinto más moderno y sofisticado de nuestras latitudes. Seguro muchos buscarán el cobijo del lugar donde vieron tres títulos de su equipo, donde cada quince días bebían sus caguamones al comer su delicioso lonche torta de carne, sus grandes gorditas, así como otros tantos recordaran la pipa de agua que pasaba al medio tiempo para refrescarlos; pero lo que es un hecho es que a partir de ahora el gran desierto de Coahuila y Durango tendrá un reflector más para soñar en un deporte con nuevos aires, con la tecnología por delante para edificar esas nuevas historias que necesitamos en este país. Sé que muchos seguirán prefiriendo los mismos lugares, los mismos recintos, las mismas iglesias, los mismos estadios... también estoy consiente de la crisis constante y eterna de México como para andar invirtiendo millones y millones de dólares a cosas que nos son del todo trascendentales, pero de algo sí estoy seguro y eso es que los negocios más rentables en México es el fútbol en todas sus presentaciones, como para seguir en ese mundo de los años 60 y 70 donde se construyeron la mayoría de nuestros estadios. Espero que este ejemplo y hermoso complejo sirva para que con nuevos templos deportivos nuestro perdedor pasado empiece a cambiar. ¡Bienvenidos, bienvenidos! A ese mundo donde la evolución natural arquitectónica es cosa de un futuro muy, pero muy lejano el día después del mañana. PD. ¡Qué bonito es el TSM!


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