domingo, 11 de julio de 2010

Para que Beas el Mundial por Enrique Beas

Ultimo itinerario

Se baja el telón

Acá todo es color arcilla, acá todo huele a tierra, acá todo se baila con ritmo. La memoria sigue sin acomodo. El frío sigue su ruta al sol y la noche cada vez pierde terreno enfrente del día. El invierno se extingue en el cono sur de la Tierra. El tambor suena a lo lejos y las danzas ilustran a un pueblo. El fuego intenso de una fogata tan multicolor fue testigo silente que encendió a 32 tribus para hacer el rito más importante de lo menos importante del hombre: el futbol y su Mundial. 31 días sin freno. Hacer un recuento fidedigno sería absurdo a tan cercana y estrepitosa parranda. El balón sigue siendo ese instrumento básico para desentendernos del movimiento de translación por unos cuantos días. Hacer cordial la despedida sería no llorar el día de la partida. Algo imposible para los que nos adentramos a una cultura preciosa, distinta a la nuestra y tan poco entendida por el occidente que sigue conquistando economías y formas de vida. A su gente, sólo queda abrazarla, decirle que en ellos esta el verdadero cambio de la igualdad por el que tanto han luchado. Agradecerle sus ritos, sus cantos y bailes; su alegría y su arduo aprendizaje para entender lo frenético de un evento que no perdona retrasos, que no perdona malos servicios ni forzados saludos. (¡Allá la FIFA sino cumple todo lo que debe!). El pueblo entregó su pasión por el humano, por las razas y el deporte. Sus paisajes cumplieron con el sello eterno de una aventura salvaje, de una andanza tan natural que no se necesita de juegos mecánicos para atraparte, sólo esa adrenalina que el mundo verde regala a los que respetan el espacio de la bestia y sus ecosistemas. Las paredes no son acrílico pintado figurando una selva y vendiendo platillos internacionales, ya que simplemente en la mayoría de este país no hay paredes, hay campos y animales, hay gente y once lenguas. Ojala les alcancen sus tradiciones para seguir siendo felices. Al equipo de trabajo que hizo posible esto, me queda el reconocimiento eterno. El Pasaporte Mundialista termina, se baja el telón de la décima novena Copa del Mundo. Gracias a todos los lectores que siguieron el paso de Sudáfrica y el Itinerario de un servidor. ¡Bienvenidos, bienvenidos! Al ciclo mundialista de Brasil 2014. Hasta siempre Sudáfrica. Gracias Bafanas, Bafanas.

A Madiba

Tantos hombres y a veces tan pocos humanos. No podía dejar a un lado las sensaciones que deja el camino de una persona. Sudáfrica en esencia es Nelson Mandela. Sus calles son reflejo de su lucha, muchas de ellas en apariencia, pero en las ideas de su pueblo están en todas sus aspiraciones. El mundo necesita más Mandelas. El trabajo de un ser vivo que fomentó la lucha de la paz por la misma paz. La próxima semana este país festeja el día de Mandela, ya lo había dicho en este espacio, pero el secreto a voces es que este podría ser su último festejo y homenaje en vida. La salud es delicada y los intereses tan efervescentes. Eso les corresponde a su gente, pero me queda claro que para que Madiba se vaya totalmente del planeta habrá que destruir su legado y eso ya penetró en millones de personas más que vieron gracias a un evento deportivo que cuando la lucha es por las mismas condiciones de calidad de vida y equidad de géneros y razas en tan sólo 20 años se puede alcanzar a organizar un evento de tal magnitud como lo hizo un país que no es potencia mundial, que no representa a las naciones poderosas económicamente hablando y que su democracia esta en pañales. Bastó la integridad de un hombre que se supo humano, que le entregó a un país el derecho más importante de la vida: ser iguales. A Madiba, gracias por enseñarme un poco de tu gran trabajo.




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