RECORDANDO…EL FUTBOL MEXICANO Y LOS
BUENOS DESEOS
En
este espacio, nunca hemos buscado querellas o discusiones inútiles. Pero si es importante señalar las
“lacras” que han ido creciendo dentro de
nuestro deporte favorito, en este caso
el “fútbol asociación”. Aclaro además que no estoy en contra del profesionalismo, si acaso
lo estoy en contra de quienes no saben, no aprendieeron o no quieren aprender
lo que significa ser profesionales.
El
fútbol es un deporte de multitudes. La
simplicidad de sus reglas lo pone al alcance de todo tipo de entusiastas
seguidores. La existencia de “clubes”,
“equipos”o “instituciones” que durante muchas décadas han mantenido equipos de fútbol en ligas de todos los
géneros, es loable. Incluye como
ejemplo, la aparición de equipos como River Plate, Boca Juniors etc. en
Argentina; Sao Paulo, Botafogo, etc. en
Brasil; el Nacional en Uruguay; Colo Colo en Chile, Alianza de Perú; y en
México, el Club España, Reforma AC, América, Atlante, Necaxa, etc. (!Perdón!
sin darme cuenta, Atlante y Necaxa acaban de sufrir muerte lenta pero segura, que vienen a
ratificar el objetivo de este comentario).
Primero jugaba uno para “instituciones”, colegios, otros en clubes
deportivos, donde los mismos socios eran los jugadores del equipo; hoy en día, los pocos
clubes de la era romántica que quedan, se manejan como sociedades anónimas; y
el equipo del club (si es que dicho club existe) usa el deporte con el objetivo
primordial de ganar dinero más que
mantener vivo el espíritu de competencia, de cariño a los colores que existía
en la mayoría de los equipos amateurs de América, hasta hace unas cuantas décadas.
!Ojo!
No estoy en contra del
profesionalismo. Es justo que quien se decide
(y tiene las cualidades) a vivir un tiempo de su deporte favorito, reciba la oportunidad
de hacer carrera. No es
noticia saber que en las ligas llamadas “amateurs” o “estudiantiles” en nuestro Continente, desde los años veite
del Siglo pasado, pagaban “bonificaciones” o “gastos” a quienes vestían la
camiseta de su club; y si se podían eran incluidos en ligas supuestamente
amateurs (que cobraban al público por ver los partidos); y participaban ardientemente en la defensa de
sus colores en campeonatos y en “series internacionales.” Fué la epoca de instituciones
y clubes con “Mecenas” amantes del fútbol, que consideraban justo pagar el “trabajo” dominical de los jugadores en la
cancha; y se agregaba al salario semanal que se les pagaba, por
ponerse los “overoles” y cumplir tareas productivas en una empresa.
Este
sistema fue libremente utilizado por “clubes”, “instituciones”o “empresas” de
todo el Continente Americano para promover, cimentar y dar bases al fútbol, que
gradualmente alcanzó tal popularidad, que inevitablemente se convirtió en un
negocio masivo, un espectáculo “de paga”. O “amateurismo marrón” - el lector
elige el adjetivo. Pero como ha ocurrido con frecuencia, “la codicia humana” entró en acción, y “rompió
el saco”…Este ha sido tristemente, el proceso del fútbol llamado profesional.
Aclaro que no estamos en contra de que se pague justamente
a quien trabaja con eficacia en su
especialidad, pero…el fútbol es un juego de once jugadores, y que
demanda
de todos sacrificios físicos y materiales para practicarlo. Y ocurre que los mercaderes que lo regentean (algunos de
ellos que jamás patearon un balón de fútbol) solo lo ven como un negocio que hay que explotarlo. Se ha ido creando una situación
similar a la que se present en Roma antes que acabaran con el deporte en los
Juegos Olímpicos. (No olvidemos que el rubicundo Nerón manipuló un laurel del
triunfo olímpico dando regalos o amenzando
a sus competidores).
Todavía en el deporte mundialista se siente que
todavía hay competencia leal o no, para obtener resultados (goles, carreras,
puntos, victorias, etc.); pero no olvidemos a los “villanos” (los organizadores
del evento) cuyo beneficio material es 100%, con la ironía que en un deporte
como el Mundial de Fútbol o Juegos Olímpicos, los organizadores no invierten un
centavo en lo que cuesta la ORGANIZACION.
Sería natural
y lógico, que así como quienes practican y juegan bien el deporte reciban el máximo beneficio posible; y de rebote los
que organizan los eventos – construyendo nuevos estadios (que después casi ni
se utilizan), que cuidan el pasto de la cancha; pagan a jugadores y “jueces” con el poco dinero
que les entregan los organizadorees “dueños del balón”; ; en suma los que hacen
posible un evento deportivo mundial, no son los más beneficiados materialmente,
ya que esto le corresponde a quienes como dice el dicho, “tienen la sartén por
el mango”.
Así tristemente, nació y se prostituyó lo que
se ha dado en llamar “profesionalismo” en el deporte. Primero, fueron los “románticos del
amateurismo” (Juegos Olímpicos); luego los menos románticos (“fútbol asociación”) quienes
iniciaron el “profesionalismo deportivo”,
primero con sueños de un desarrollo limpio
de la juventud del mundo; pero pronto aparecieron
los comerciantes oportunistas, que encontraron quer no hay nada más fácil para
ganar dinereo, que explotar el romanticismo del ser humano, y sobre todo de los
jóvenes que practican el deporte.
Mi querido maestro Aldous Huxley tenía una
frase histórica, que aplica tristemente al deporte actual de “competencia”: “Cuando
la Historia no tiene nada nuevo que contarnos, se repite”. Por allí revolotea la
experiencia de los bien intencionados griegos que inventaron los Juegos
Olímpicos, del Barón de Coubertin que quiso revivirlos, y sobre todo del soñador Jules Rimet…